martes, 18 de marzo de 2014

NARRATIVA POLICÍACA Y NARRATIVA DE CIENCIA FICCIÓN.

               Narrativa Policíaca.



 Ahí estaba él, un hombre de alta de alta estatura, su color de piel no se diferenciaba en la profunda oscuridad, a pesar de ellos, se notaba su fría y de poca expresión mirada, con su mano derecha apuntaba el nuevo calibre 22 hacia la pequeña sombra encogida en un rincón de la amplia y algo antigua habitación. Podía sentirse el dulce olor del caramelo y  a la madera descompuesta por toda la estructura. No sabía porque había escogido aquel lugar.
 Tal vez porque le traían recuerdos.
 La pequeña sombra chillaba, rogándole piedad a aquel gran hombre que se encontraba delante de ella.

-¿Por qué me haces esto?... –preguntó la pequeña entre sollozos-.          

 Estaba temblando con las manos puestas frente a su cara. Tratando de protegerse en vano.

-Tú me debes algo… –dijo el extraño con voz ronca mientras examinaba a esa mujerzuela-.

 Él solo tenía una última bala, y no pensaba desperdiciarla. Así que alzó un poco más su arma y ahí iba su última oportunidad.
 No hubo ruido alguno después del sonoro disparo; solo la agitada respiración del extraño hombre.
 Quería salir de allí como fuera.
 Salió por la puerta trasera, sellando el grave crimen que acababa de cometer.

Dos meses después.

-¿Qué encontraron un cadáver de una mujer en la vieja fábrica de dulces? –preguntó Robbie al mismo tiempo que se levantaba de su silla.
-¡Que si hombre! ¡Ahora siéntate antes de que se te riegue el café por tercera vez! –dijo Annie señalándolo con su blanco dedo puntiagudo.
-Perdóname, agente Mendoza –dijo este mientras levantaba sus manos en forma de inocencia- solo estoy impresionado ante tal asesinato. Definitivamente hay muchos psicópatas por ahí sueltos. –hizo una pequeña pausa pensativo- ¿Cómo es que dijiste que asesinaron a la mujer?
-Tuvo unos cuantos golpes y algunas cortaduras en las palmas de las manos.
-¿Por qué en las manos? –dijo mientras se tocaba la barbilla.
-Porque seguramente tuvo que ver por la razón que la mataron. La verdad no lo sé. Son solo suposiciones mías.
-O a lo mejor si era un verdadero psicópata y se divirtió cortándole las manos…   
-No saquemos conclusiones todavía Robbie. Mejor vamos a ver a su familia. Quiero interrogarlos un poco.
-Entonces vamos.

 Los dos se levantaron de sus sillas y se dirigieron al viejo Toyota negro. Siguieron las indicaciones de cómo llegar al hogar de la víctima anotadas por la detective Mendoza.
 En cuestión de segundos aparcaron en la acera que daba la vista a una gran casa azul de estilo victoriano de dos pisos.

-¿Segura que es aquí?
-Sí, ya te dije; le he preguntado cinco veces a la comisaria.

 Un minuto más tarde estaban los dos frente a la puerta estaban los dos tocando el timbre de la casa. Les abrió un señor con bigote y de tez morena.

-Buenos días, ¿es usted algún familiar de la Srta. Christina Álvarez?
-Si… -dijo el señor mientras su mirada parecía perdida- ¿Ustedes son amigos de mi hija? Pasen por favor. –dijo esto último abriendo la ancha puerta de madera.
-Eh…no, de hecho no. Somos dos… -dijo la Annie dejando la frase a medias.




-Somos dos colegas de trabajo de Christina.
-Sí, eso mismo…
-Pues pasen, no se queden allí afuera. –dijo el señor del bigote al mismo tiempo les hacia una señal con la mano en son de pasar.
-Gracias. –dijo Robbie mientras hacía un gesto con la cabeza.

<<No sabes mentir>> Escucho Annie en un leve susurro en su oreja izquierda. Sentía como se le subían los colores a la cara.
 La habitación principal de la casa era una sala de estar con algunos muebles de color café y una mesita que se encontraba llena de flores con notitas de lamentaciones.

-Perdónenos no haberle traído algún regalo señor.-dijo la detective Annie en tono de amabilidad.
-No hace falta, aquí hay flores de sobra. –dijo el señor mientras lanzaba una carcajada algo risueña.-Bueno, mi nombre es Antonio Álvarez, pero díganme Antonio. ¿Qué se les ofrece? ¿Agua? ¿Café con leche? ¿Un periquito?
-Puede darme un vaso de agua, ¿por favor? –preguntó Robbie mientras se sentaba al lado de Annie en uno de los largos y cómodos muebles.
-Claro que sí joven, ¿y a usted señorita? –dijo mientras miraba a Annie quien seguía embelesada por la belleza de ante ramo de flores.
-Un vaso con agua para mí también, por favor.
-Se los traigo enseguida. –dijo el señor Antonio dándose la vuelta y desapareciendo bajo el umbral.

 Los dos se quedaron viéndose cara a cara en la sala sumidos en un silencio incómodo.

-¿Por qué tanta atención a las flores? –preguntó Robbie mientras se acomodaba para ver mejor las facciones de Annie.
-Porque hay una rosa negra.
-Vaya, y eso nos ayuda bastante, enserio. –dijo este en tono sarcástico levantando sus cejas.

-Eso no es lo que me llama la atención, tonto. Lo que me llama la atención es que el significado de una rosa negra es muerte, oscuridad, posesión. Y el otro detalle es que no tiene destinatario.

Por lo que pasaba en la cabeza de Robbie en esos momentos era: -Estamos tratando de interrogar a alguien, ¿y está mujer piensa en rosas negras? -Pensó Robbie, cuestionando la opinión de su compañera.

-Ya traje el sus vasos de agua. -dijo el Sr. entrando a la habitación. 
-Muchas gracias, señor.
-Un gusto.-dijo mientras se sentaba en un pequeño sillon cerca de la calefacción.-Y bueno, díganme, ¿cómo han estado todos en el trabajo? ¿Y Harry?


NARRATIVA DE CIENCIA FICCIÓN.

 En el año de 2058.

En cuanto abrí mis ojos lo primero que divise fue el reloj marcando las siete y cuarenta. 

-Buenos días Henrry, es hora de despertarse.-dijo este mismo mientras la cortinas de la ventana se abrían.

Me levanté para desperezarme e ir directamente al baño, para hacer mi típica rutina, pero alguien me estorbo el paso.
 Era Lucas, quien movía su cola alegremente, esperando a que yo lo saludara con unas pequeñas palmadas en la cabeza como siempre.
 Lo acaricie y me dirigí al baño a darme una ducha caliente. 
 Después de media hora, salí y contesté el comunicador, el cual no lo escuchaba de no ser por mis hermosos cantos en la ducha.
 Contesté con la voz un poco adormilada.

-¿Hola?
-Henrry, date prisa, te estamos esperando desde hace un buen tiempo para el experimento.

Dirigí mi mirada hacia el reloj nuevamente. 

-¡Jesús! ¡Se me a pasado el tiempo en el baño! ¡Adiós!

 Me vestí con mi uniforme de cuerpo entero blanco , agarré mi maletín, y mi reloj. Todavía faltaba veinte minutos para las ocho. Tengo tiempo.

 Subí a la primera nave que encontré, indicándole al señor la dirección de la estructura Cosmopolitana; uno de las más conocidas del distrito.

 Bajé de la nave, entregándole al señor monedas más de las necesarias, y me adentre a la gran estructura de sesenta y ocho pisos de alto.

Camine a paso rápido ( trotando, mejor dicho) hacia la recepción al mismo tiempo que sacaba mi carnet de identificación.

-¿Su nombre señor? -me preguntó la rubia recepcionista mientras recibía mi carnet.
-Ya le comunico.

 Pasaron cinco minutos que me parecieron eternos.


-Bloque dieciocho. -dijo entregándome un pase con este número.
-Gracias.

Subí al ascensor, el cual, gracias a Dios, estaba vació. Dije bloque dieciocho en voz alta, al mismo tiempo mientras pensaba en como estaría Sara al verme.

 Saliendo de ascensor, casi tropiezo con unos líquidos en el suelo, y a un lado de ellos Sara, diciendo en voz alta las ordenes para que la habitación se limpiara por si sola.

-¿Qué pasó aquí? -pregunté.
-Una pequeña histeria de parte de Armin, pero todo está bien.
-¿Dónde está el? -dije abriendo mis ojos de par en par.
-En el balcón, pero no te preocupes, ya se calmó.

 Dejé mi  maletín en la pequeña tabla de la gran habitación, yendo a paso rápido hacia el balcón.
 Armin estaba tocando la pantalla que separaba el exterior del interior, tomando una taza de café.

-¿Qué pasa hombre? -le dije dándole unas palmaditas en la espalda en señal de saludo.
-Las fórmulas estan mal. Todo estaba mal Henrry. ¿Ahora qué voy a hacer con mi asignación?, ¿eh? No puedo continuar así...-lo interrumpí antes de que siguiera con el tema.
-Calma, Armin. No debes escupir todas esas palabras tan rápidamente mientras tomas tu café, es malo para tu salud.
-Agh...-dijo mientras cerraba sus ojos y fruncía el ceño.- Dios mio, lo que me hace la cafeína...
-Y me pregunto porque la sigues tomando. -le dije mientras le tomaba la taza de café de entres sus manos.
-Ya no sé que hacer Henrry,mi asignación, mi matrimonio, mis hijas.. mi vida esta arruinada. -dijo agarrándose el puente de la nariz entre el dedo indice y el pulgar.
-Calma, toda va a salir bien. Solo es una etapa difícil, todo se puede mejorar.
- En estos momentos te pareces a mi madre...
-Pueda que en estos momentos me parezca a tu madre, pero lo que si te queda claro es que no voy a dejar que un buen amigo se estrese hasta el punto de tomar un sobre exceso de cafeína.

Nos quedamos un buen rato sumidos en el silencio. Él en sus pensamientos y yo en los míos.

-Gracias. -dijo mientras uníamos nuestros puños y nos dábamos un pequeño abrazo.
-De nada. Ahora, si no tiene mucha importancia, ¿podrías tratar de hacer la fórmula nuevamente, por favor?
-Claro. -dijo soltando un pequeño resoplido.

Fuimos nuevamente a la parte principal de la habitación, encontrando a una Sara un tanto despeinada, y,de la misma forma que encontré a Armin; tomando café.


-¿Es qué nadie de aquí puede dejar la cafeína para otro momento? -dije yo, tomando la taza de Sara al igual que la de Armin.
-¡Hey! Yo tengo una buena justificación. No dormí bien a noche.
-Bueno, yo tampoco. Hoy en día el sistema de tecnológico de las viviendas estan mal diseñadas.Tú y yo vamos preparando el laboratorio mientras que Armin hace de nuevo la fórmula.
-Hacer la fórmula de nuevo no es tan fácil, Henrry, pero haré lo que pueda.

 Nos pusimos en manos a la obra sin la necesidad de consumir una sola gota de café, hasta que el reloj de la habitación principal tocó las doce.

-Vaya que pasa el tiempo rápido.-dijo Sara mientras se colocaba sus guantes y mascarilla.
-Ya esta lista.-dijo Armin entrando bajo el umbral.
-Bueno, ya tenemos todo preparado. Por favor comencemos con el experimento.

 Todos nos alistamos para entrar al laboratorio, poniéndonos nuestros uniformes.

-¿Tú crees que resulte bien la operación Henrry?
-Esa es la idea.

 Por esta razón nos llamaban los tres chiflados: desde que nos conocimos en el centro de educación a los diecinueve años de edad, hicimos un corto viaje de tres días por el desierto buscando un tipo de cactus preventivo para el cáncer de mama en la antigua nave de Sara, ya que queríamos investigarlo y analizarlo . A mediados del segundo día nos bajamos de la nave y caminamos un poco sin perderle de vista. 
 Sara fue la primera que diviso un cuerpo a lo lejos y salio corriendo directamente hacia el. Nosotros corrimos de tras de ella, y cuando estábamos a su lado se había quedado quieta con la mirada fija en el cuerpo, el cual nosotros dos no podíamos ver si no fuera por Sara, quien nos cubría la vista.
 En el momento en que llegamos al lado de ella le preguntamos que le estaba viendo tanto al cuerpo, y después lo comprendimos: no era un cuerpo como cualquier otro, no era un humano.

Por esa razón nosotros tres compramos este bloque reservado a base de nuestros ingresos, ya que si alguien se llegara a enterar sobre lo que esta a punto de suceder; nos condenarian a pasar unos largos veintiocho años sirviendo a los líderes, a causa de que este tema en cosa solo del estado .

 Todos estábamos tensos y nerviosos, se notaba en la atmósfera. 

-¿Están listos?. -dijo Sara mientras nos dirigía primero una mirada nerviosa a mi y después una mirada a Armin.-Por supuesto, desde hace tiempo lo hemos estado.

 A continuación entramos al laboratorio que se conformaba por una sala totalmente blanca, la tabla donde pondríamos el cuerpo de la persona y los instrumentos puestos al lado de esta en una tabla más pequeña y más alta .

 Lo malo del laboratorio era que nos veíamos obligados a usar unas batas de manga larga abrochadas hasta nuestros cuellos, unos gruesos guantes blancos, y una mascara que cubría todo nuestro rostro y solo se nos permitía ver a través de una pequeña pantalla negra.

-Como lo decidimos Armin, saca el cuerpo de la cabina.
-Enseguida.

 Armin sacó el cuerpo de la cabina, pero sin antes poner la clave en la pequeñita pantalla verde.

 Cuando se abrió la pequeña puerta que contenía el cuerpo, no pudimos observar 
nada, excepto el humo que emanaba esta. Pocos segundos después pudimos ver el cuerpo de una pequeña persona. Pero a medida de que se esfumaba el humo , se podía ver que no era un cuerpo normal.

 Media unos noventa centímetros de largo, pero no es como todo el mundo cree que es un ser que de otro planeta, al contrario, se podría confundir con un niño humano de 5 años, si no fuera por los grandes ojos y las los largos dedos de sus manos.
 ¿Cómo sabíamos que no era humano? Porque estaba en la mitad del desierto tirado en el suelo, con una extraña tecnología en su pequeña mano izquierda, un extraño tipo de woki toki, y unos metros más adelante, una nave muy diferentes a las nuestras, donde solo podía caber tan pequeña persona.
 No sabíamos que hacer con ella, pero lo que sí sabíamos era querer experimentar con aquel cuerpo.

Sara empezó a toquetear el cuerpo, ahora tendido en la mesa central. Le pidió ayuda a Armin y a mí para agarrar su rodilla e intentar flexionarla, tal como lo hace el cuerpo humano.
 Flexionamos todas sus extremidades, que estaban perfectamente en un buen estado.
Cuando terminamos todo este proceso nos dirigíamos miradas uno a los otros.

-Recuerden el proceso. Henrry, tu empiezas. -dijo Armin pasándome el bisturí.

Hice una incisión en la parte baja de la pierna derecha, y con unas pinzas la abrí más.
Todos no quedamos paralizados.
 Lo que había adentro de la pierna, en vez de ser sangre o algún líquido, eran unas piedrecillas de color plateado.
 Nos quedamos un minuto en silencio.
 Sara fue la primera que reacciono y cogió un empaque, unas pinzas y se puso al lado mio.

-¿Qué vas a hacer? -pregunté.
-Tengo que recoger algunas muestras ¿no? 
-Ten cuidado. -dijo Armin.

Ella cogió las piedrecillas con la pinza y las metió en la bolsa.

-¿Sigo con la operación?

Se quedaron callados.

-No. Mejor salgamos un momento. -dijo Armin.

Salimos, y lo primero que hice fue preguntar:

-¿Dondé esta ese woki toki? 
-¿Cuál woki toki? -preguntó Armin.
-El que tenia el extraterrestre. ¿Dondé está?
-Ah...
-Está en el laboratorio también.-dijo Sara.

Entré de nuevo al laboratorio, con mi uniforme puesto nuevamente.

Fui hacia la cabina y vi la pequeña máquina. Me preguntó porque no la investigamos a ella desde el primer día.


No pude evitar tocarla, y en ese mismo instante sonaron unos extraños ruidos provenientes del woki toki.

 Apareció en la pantalla una serie de imágenes u códigos. De nuevo oí los extraños ruidos.
 Alguien posó la mano en mi hombro.
Me dí la vuelta y con horror, ví que era el extraterrestre.
 Grité a todo pulmón mientras me lo quitaba de encima y salia corriendo de la habitación.

-¡Despertó! -grite al mismo tiempo que entraba a la sala.

-¿Quién? preguntó Sara.
-¡El ovni!

Los dos alistaron de nuevo sus uniformes  y entraron con un pequeño láser defensor.


-Si en cinco minutos no volvemos, comunícate con la radio treinta y ocho.


Y me dejaron solo en la sala.

No sabia como manejar un láser, nunca lo supe, nuca lo quise saber.

Escuché unos gritos.

Me levante y agarré uno de los láseres que tenia Sara en su maletín y me adentre en el laboratorio.

Armin estaba de rodillas en el suelo, cubriendose la herida que tenia en el brazo derecho.
Sara estaba siendo orcada por el extraterrestre.
Me quedé en estado de shock. Vamos Henrry, piensa.

Active el láser que cargaba y, de sin saber como le acerté a la cabeza del extraterrestre, que ahora era más grande.

Se dirigió hacia mi y, para mi sorpresa me contesto:
-¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN?

Nuevamente, me quedé en estado de shock sin saber que decir.

-Por favor, suelta a mi compañera.

Soltó a Sara bruscamente, haciéndola caer al suelo con la cara totalmente morada.

-¿DÓNDE ESTÁ MI NAVE?
-¡En el desierto! ¡está en el desierto! -dije nerviosamente.

El woki toki vino volando hacia el extraterrestre, como si estuviera programado a estar siempre con él.
 Lo siguiente que vi fue una luz muy brillante y , tan grande que pensé que casi se iba a devorar el laboratorio. El extraterrestre desapareció ante nuestros ojos.

 Solo quedábamos nosotros tres sin decir palabra alguna. Solo con el ruido de nuestras respiraciones agitadas en el aire y la experiencia que jamás pordriamos narrar a otro ser humano.





























  



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